miércoles, noviembre 29, 2006

Serie AQNMAAR: Acciones que nunca me atrevía realizar

La vecinuca
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Tengo una vecina mayor muy simpática. Siempre que abre el buzón, dice expresiones de este tipo: "Ya podrían meter billetes", "Nunca meten dinero" o "¡Tanta publicidad y ningún billete!"...
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He escuchado tantas veces estas frases que terminé por sentirme un poco agobiado. Hoy mismo, mientras yo sacaba de mi buzón la publicidad, ha vuelto a decir una de esas frases: "¿A que no hay billetes?". Hace meses, se me ocurrió realizar la siguiente acción: se trataba de meter en su buzón un billete de 20 euros. Pero nunca me atreví.

TEXTO. ANDRES DEVESA.

Rescato este texto, maravilloso, de Andrés Devesa, a quien conocí en persona hace poco en Madrid:

La libertad del paseante
per Andrés Devesa

08 oct 2005 12:35:16
Reivindicación del paseo frente a la motorización obligatoria.
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A la gente que va levantando polvo en un rugiente automóvil les muestro siempre mi rostro malo y duro, y no merecen otro mejor. Piensan entonces que soy un vigilante y policía de paisano, encargado por elevadas autoridades y organismos de vigilar a los conductores, tomar el número de los vehículos y denunciarlos después. Siempre miro sombrío a las ruedas, al conjunto, y nunca a los ocupantes, a los que desprecio, en modo alguno de forma personal, sino por puro principio; porque no comprendo ni comprenderé nunca que pueda ser un placer pasar así corriendo ante todas las creaciones y objetos que muestra nuestra hermosa Tierra, como si uno se hubiera vuelto loco y tuviera que correr para no desesperarse miserablemente.
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Robert Walser: El paseo[1]
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Tengo algo que confesar. Hay un aspecto de mi vida que es de sobra conocido entre mis allegados, pero que cuando sale a relucir ante gente desconocida suele causar sorpresa. No tengo coche. Sí, he de confesarlo. Pero la cuestión no queda ahí. Tengo carnet de conducir[2], pero no tengo coche y, además, –y esto es lo que más suele chocar a la gente, provocando miradas interrogantes y algún sobresalto de sorpresa- no tengo la más mínima intención de tener uno. Lo cierto es que siento un profundo desprecio por esos engendros mecánicos.
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No quiero poseer un automóvil. Aunque tuviese el dinero suficiente para poder comprarme uno, no lo haría. ¿Por qué? En primer lugar, por motivos de conciencia: los automóviles suponen uno de los despilfarros –tanto en energía como en materiales- más absurdos de la sociedad industrial; son altamente contaminantes; necesitan del petróleo, un combustible peligroso –recordemos el Prestige y el lema “si tienes coche, comerás fuel”- y escaso, lo que provoca guerras por su control; causan miles de muertos y heridos todos los años, siendo la mayor causa de muerte entre la juventud; transforma destructivamente el paisaje y la ciudad etc.[3] El automóvil resume en sí todas las características del capitalismo: el individualismo exacerbado, el desprecio de la vida –humana y no humana-, el despilfarro de los recursos, la imposición totalitaria al resto de la sociedad,… Pero hay otro motivo –si bien conectado con todos estos- que me lleva a no tener coche: el de conservar, hasta donde pueda, mi libertad.
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¿Qué tiene que ver tener coche con conservar la libertad? Es más, según los anuncios publicitarios –los Santos Evangelios de nuestra época-, el coche nos proporciona una mayor libertad. Libertad para circular, para desplazarnos donde queramos. Pero, ¿para qué queremos cambiar de aires si hoy todos los lugares son iguales, si todo ya se ha estandarizado y asimilado, si ya no hay dónde respirar pureza? La libertad, puta a su pesar, es utilizada por todos y echada a patadas de la cama al día siguiente. La utilizan, pero la desprecian profundamente, porque la temen. Por eso nos venden como libertad la mayor de las esclavitudes, la neolengua orwelliana en estado puro. Para mí, la libertad es algo tan sencillo como poder pasear por la ciudad, sin dirección, sin sentido, disfrutando simplemente de la calle, de las gentes, del paisaje: en una palabra, vagabundear. Esto es francamente difícil hoy día. La ciudad espectacular, con su monumentalización, especialización y enajenación de la dimensión humana –la ciudad se diseña para el coche, no para el ser humano-, impide que en ella se puede desarrollar lo que antes se llamaba vida. El acto sencillo de pasear, como antaño hiciera el flâneur por las calles de París[4], es algo que pertenece a la prehistoria, tan lejos del eterno presente que vivimos como las pinturas rupestres de Altamira. La vida en la calle es un infierno. Todo está colonizado por la mercancía, por la funcionalidad del sistema capitalista. A menudo, si te paras tranquilamente en mitad de una calle por el simple placer de observar lo que te rodea o para fumar relajadamente un cigarrillo, no tardará mucho en llegar alguien –normalmente vestido de azul y con placa y porra- para molestarte: . No pueden comprender que el mayor acto de libertad que puede quedarle al ser humano es sustraerse al dominio de la cosificación de la vida y que un modo maravilloso de hacerlo es negarse a participar de la locura del desplazamiento obligatorio, disfrutando del vagabundeo en la medida en la que es aún posible. ¡Me niego a perder mi libertad en la masa informe de amasijos metálicos que día a día avanzan retorciéndose por entre las ruinas de la ciudad! ¡Me niego a participar de la sinrazón! Quiero una ciudad humana, una ciudad basada en la Razón: “Hay que reconstruirlo todo: Ciudad y Razón, sobre el mismo terreno y con los materiales de derribo, escogidos, reordenados –igual que los habitantes de las chabolas, expulsados de las ciudades camelo y de los campos de mentira.”[5]
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No hace muchos años, cuando aún quedaban restos de algo llamado vida, no era extraño ver a niños jugando en la calle, a señoras que bajaban sillas a la calle y charlaban sentadas tranquilamente junto a sus portales. La ciudad conservaba algún rasgo humano. Quedaba todavía un ligero recuerdo de lo que era la vida en comunidad, el disfrute de la calle como espacio público, el mercado, la plaza, el ágora como centros de reunión de gentes que compartían un espacio común. Pensar en una ciudad distinta es ser un nostálgico. Hay que celebrar el triunfo de la ciudad moderna, con sus espacios separados[6], a imagen y semejanza de la separación a que está sometido el ser humano. La ciudad espectacular ha logrado acabar con cualquier rasgo comunitario y solidario, consagrándose a la dictadura de la funcionalidad, la mercantilización y la estandarización. No podemos movernos por la ciudad sin ir a algún sitio: a la oficina, al centro comercial, a la discoteca, al cine,… corriendo para no llegar tarde y poder producir o consumir[7] más y más. La ciudad pertenece al automóvil, en tanto que motor y símbolo del sistema industrial, todo se organiza en función de sus necesidades –las necesidades humanas parecen no importar en absoluto-, transformando el paisaje, tanto urbano como rural, reduciéndolo a una sucesión de puntos intermedios entre una etapa y otra del desplazamiento automovilístico. Puntos de avituallamiento de consumo de sucedáneos de vida, mientras la realidad (por vivir) se nos escapa por entre los dedos artríticos de la estandarización.
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Pero, a pesar de todo, entre coches aparcados en doble fila, atascos, anuncios luminosos, centros comerciales, policías de proximidad, suciedad, desesperación, a través de la ciudad claustrofóbica, fiel imagen de la sinrazón de la vida moderna, el nostálgico, el irreductible paseante bisnieto del flâneur, deambula sin rumbo fijo, sin ninguna ocupación, sin saber adónde va, dejándose llevar, parando aquí o allá para ver en una calle a unos niños jugando, interrumpiendo el tráfico y riéndose al contemplar a los enfurecidos automovilistas, histéricos mirando el reloj, gritando que llegan tarde… llegan tarde a dejarse consumir la vida…
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NOTAS:
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[1] Robert Walser: El paseo, Siruela, Madrid, 2005, p. 23
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[2] Las razones por las que tengo carnet de conducir se pueden reducir a una: la imposición social y familiar. Pareciera que si con veinte años no tienes carnet de conducir no existes, no eres nadie, ahora, con el paso de los años, me alegro de ser un don Nadie, con carnet pero felizmente sin coche.
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[3] Para un análisis profundo de estos aspectos del automóvil nada mejor que echar un vistazo a alguna de las publicaciones monográficas sobre el tema: Justo de la Cueva: Esos asesinos que impunemente matan cada día a miles de personas: Los automóviles, Hiru, Hondarribia, 1996; Colin Ward, Agustín García Calvo y Antonio Estevan: Contra el automóvil. Sobre la libertad de circular, Virus, Barcelona, 1996; y el especial doble de la revista Archipiélago: “Trenes, tranvías, bicicletas. Volver a andar”, Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, 18-19, 1994.
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[4] “El está en el umbral tanto de la gran ciudad como de la clase burguesa. Ninguna de los dos le ha dominado. En ninguna de las dos se encuentra como en su casa. busca asilo en la multitud.”, Walter Benjamin: “París, capital del siglo XIX”, Poesía y capitalismo. Iluminaciones II, Taurus, Madrid, 2001, p. 184
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[5] Encyclopédie des Nuisances: La sinrazón en las ciencias, los oficios y las artes, Likiniano elkartea, Bilbao, 2000, p. 40.
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[6] La ciudad moderna consagra la “separación radical entre lugar de trabajo y vivienda, entre centro administrativo-comercial y periferia habitada”, Miguel Amorós: “Urbanismo y Orden”, Las armas de la crítica, Likiniano elkartea, Bilbao, p.101.
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[7] Tanto da una cosa como la otra, pues han llegado a ser tan parecidos que es ya imposible distinguir el ocio del trabajo, ambos compulsivos y vaciados de contenidos.
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FAHRENHEIT 451
Crítica de la miserabilidad de nuestras vidas http://fcuatrocincouno.blogspot.com/
Mira també:
http://fcuatrocincouno.blogspot.com/

domingo, noviembre 26, 2006

ACCIÓN homenaje a Robert Walser.

Hace unos días, Noé Ortega hizo el descubrimiento de unas huellas blancas maravillosas en los Castros. Hará los comentarios oportunos en su blog próximamente. Hoy mismo, en relación con estas huellas, hicimos una acción homenaje a Walser:
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Noé Ortega homenajeando a R. Walser (Santander, 2006)

Vicente Gutiérrez homenajeando a R. Walser (Santander, 2006)


PAPEL ENCONTRADO.


Me lo encontré en un pasillo de la Universidad. Pone "NO HE PODIDO QUITAR MÁS". Y lo firma una tal Marisa A. Nada más recogerlo se me pasaron por la cabeza simultáneamente numerosas posibles causas de esta nota. De todos modos no quiero saber qué tipo de objetos eran esos de los que Marisa no ha podido quitar más. Me quedo con la extrañeza de los sentidos.

viernes, noviembre 24, 2006

OBJETO ENCONTRADO.


Es una llanta de coche. Sí. Pero reposa sobre la hierba, como una flor absurda. Me lo encontré por la Avenida de los Castros. Posado sobre el verde. Intenté cogerlo, pero manchaba de grasa. Lo que me recordó el efecto urticante de las medusas. Tal vez el objeto me estaba pidiendo que no lo recogiera, que lo dejara allí, echando raíces. Ciertamente, cuando descontextualizamos un objeto, éste se dimensiona y su presencia apunta a sentidos múltiples. Lo imaginé girando, dialogando con la hierba. Permanecí ante él varios minutos, disfrutando de esa afirmación de realidad. Después, continué el paseo.

miércoles, noviembre 22, 2006

POEMA. VICENTE GUTIÉRREZ.



Mujer de luz quebrada, de llama mortal, de manos en las nebulosas.

Amaste hasta la distancia que te traería.

Cantaba la tierra con tus ojos;
leche esforzada contra las viejas espirales del amanecer.

En tu lugar las rosas en noches frías…

Mujer de ésteres húmedos, de sistemas quebrados, de luz plomiza.
Algo de ti deshizo los hilos de la razón de la tierra en el salto


porque es el cortocircuito histórico.

Son los dientes, y solamente los dientes, que están confundidos.

(inédito)

V. G.

domingo, noviembre 19, 2006

ANÉCDOTA.

Ayer, yendo en el bus, dos individuos entrados en edad que, intuyo, forman un matrimonio feliz, dialogan:
-Mañana echan una de Morgan Friman. Es el que me gusta... -dice ella
-A mi no me gusta... ¿no? -dice él con cierto desdén

viernes, noviembre 17, 2006

POEMA INÉDITO.

Hoy he escrito este poema usando fragmentos de algunos poemas de A. Breton:

"Sábanas almendra de mi vida"
André Breton

ella nada entre las blancas y alegres golondrinas
en el lecho mismo del torrente
la rosa bajo el rocío de penas de flecha
los pechos del mar de espaldas de tigre de reseda

ella nada junto a los bancos de peces
y sube vertical el chorro de almendras en su boca
y lloran sus árboles abstractos
y gime en su garganta la pequeña pirámide con cabeza de gato

abandonará la noche
decorándolo con bisontes azules resbaladizos

por fin, he aquí su carta
su nube semejante
su bandeja de plata sobre el mar


Vicente Gutiérrez

viernes, noviembre 10, 2006

POEMA. VICENTE GUTIERREZ & TELEDIARIO DE LA 1

acabo de escuchar estas frases dicha en el telediario (el encabalgamiento es mío):
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las llamas en el interior del merlucero
no podían controlarse
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el barco hundido
-similar al de las imágenes-
tenía bandera
de Namibia
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Vicente Gutiérrez & Telediario 1

VERSOS. CESAR SIMÓN.

Hoy, en Santander, Antonio Mendez Rubio ha presentado "Por más señas" en la sede de la Fundación Gerardo Diego. Más tarde, en un silencioso pub santanderino, junto a Miguel Casado, Paul Herrera, Carlos Alcorta, Pureza Canelao y Julieta Valero nos ha recordado a Cesar Simón, del que coloco aquí unos versos:
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No se es igual a nada.
Ni se es tierra ni charco ni la noche
del mundo.
Jamás se llega a nada.
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Si comenzase ahora un poema lo titularía "un pacto del agua"...

jueves, noviembre 09, 2006

MÚSICA. WIM MERTENS.

Yo medito con esto.

miércoles, noviembre 08, 2006

POEMAS. BERNARD NÖEL.

Bernard Noël nació en 1930 en Sainte-Geneviève-sur-Argence, en Aveyron. De su pasado ha dicho: "Me crié en una familia campesina y católica. La casa, vasta y antigua, incluía mucho pasado en el presente. Está situada en una región muy aislada, a mil metros de altura. Los últimos inviernos que pasé allí fueron siberianos. No conservo más que la nieve. No es un recuerdo. Es el color de la espera". Se ha dedicado a la poesía, la narrativa y el ensayo, lleva hasta la fecha más de cincuenta títulos editados y es muy poco lo que se encuentra traducido al castellano.
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Copio a continuación cinco poemas breves contenidos en la sección "Historia oscura" del libro Sobre un pliegue del tiempo de 1988.
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(1)
los fantasmas hablan
todo el día
es materia
para las palabras
el cuerpo
se espesa
de un vaho
verbal
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(2)
memoria memoria
la uña cercena
los latidos
hay labios
bajo la piel
una vieja cabellera
crece
entre los dientes
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(3)
he aquí un yo
que se mueve
ponemos por
encima
un rostro
buscamos el ojo
que hace falta
para acordarse
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(4)
sobre la sien
trota un pájaro
de aire
el tiempo raspa
una mirada
la realidad tiembla
en la lágrima
de un nombre
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(5)
cuál es el viento que toca
la lengua
cuál es el transeúnte
que no sabe
ni cuándo
ni dónde
ni él
ni yo

lunes, noviembre 06, 2006

POESÍA VISUAL. VICENTE GUTIÉRREZ ESCUDERO.


"Aquella forma de decir no", Madrid, 20 de Octubre, 2006.

jueves, noviembre 02, 2006

OBJETO. MÁQUINA PARA CONSTRUIR PARALELAS.


Me encuentro realizando un proyecto de gran embergadura. Se trata de una "máquina para construir paralelas para Elia, única diosa lentamente lunar". Como veis, se trata de trazar líneas paralelas que vayan desde la savia de los astros, la savia que sólo Elia, única diosa derramad en arcos puros, posee hasta las lágrimas de las lamentaciones amorosas; las líneas paralelas deben asentarse sobre nieve curtida, sobre un frío de rosa dulce como sólo son capaces de aportar los labios de Elia, única doncella que corre estremecida por esas líneas. Como se aprecia en el boceto, las líneas no son exactamente paralelas, algo fundamental para poder establecer cierta apariencia de paralelidad. En medio, colocaré los murmullos que esconden sus cabellos.

POEMA. BERNARD NÖEL.

el acontecimiento siempre es una cosa
que se despliega que se repliega
y la conciencia asciende luego refluye
y la mirada hace ella también igual
tanto una como otra dejan atrás
no se sabe qué una materia abandonada
un blanco un poco de tiza muda un pliegue de aire
una vena extinta o este nada de nada que
bajo las palabras deposita un lecho
de ausencia no es la savia de las letras