EXPERIENCIAS TACTILES.
El pasado Viernes 20 de octubre Noé Ortega dió una charla titulada "La piel reinventada: defensa del tactilismo" en Madrid. La charla en cuestión trata de lo siguiente: "Las imágenes desvitalizadas de la publicidad y del consumo han creado un monopolio de lo visual que tiende a atrofiar a los otros sentidos. Entre ellos, el sentido del tacto, que precisamente por ser el más olvidado por el sistema, puede ser el más capaz de producir efectos sorprendentes e inesperados, y el menos susceptible de ser recuperado. La experiencia táctil es además crucial en nuestro sentimiento de pertenencia al mundo: por eso, conseguir la erotización de la realidad y de la vida pasan por un proceso de liberación e intensificación del tacto y del mundo que roza y explora"
Noé viene desarrollando una intensa labor práctica y teórica en ese terreno. Pero ambos creemos que este tipo de proyectos no deben quedarse en lo individual y deben realizarse en el ámbito colectivo también. En este sentido, explicaré algunas de mis últimas experienias táctiles que Noé incluyó en su intervención de ayer. Ambas sucedieron con mi amada Elia; única diosa, único barco, único tesoro, única fuerza y única patria. La primera sucedió un día que había quedado con ella, diosa, repito; momentos antes había estado realizando diversos collages, me limpié insuficientemente las manos y me quedó algo de pegamento en ellas. El caso es que cuando cogí de la mano a Elia, diosa máxima, resulta que sentí como el dedo "pegajoso" se adhería a su piel, lo que provocó en mí un estado de imantación hacia ella peculiar. La segunda experiencia ocurrió ayer mismo; estábamos en la biblioteca de la Universidad, estudiando en la misma mesa. Ella estaba escribiendo unos resúmenes a gran velocidad, con esas manos que abrazan los horizontes sin distancia como sólo saben hacerlo las diosas. Yo tenía mis manos apoyadas sobre la mesa. Estaba leyendo unos poemas de Cirlot, que de alguna forma explicaban los diversos niveles de deidad que adquiría su amada Bronwyn. Como Elia escribía rápido, provocaba unos movimientos muy breves y rápidos en la mesa. Comencé a sentir en mis manos esa curiosa vibración. Permanecí más de 20 minutos así, disfrutando de esa vibración en mis manos. Sobra decir, que el enamoramiento que profeso hacia la diosa Elia incrementó considerablemente el sentimiento de placer "volcánico" que aquella palpitación generaba en mi persona.
He dicho.
Noé viene desarrollando una intensa labor práctica y teórica en ese terreno. Pero ambos creemos que este tipo de proyectos no deben quedarse en lo individual y deben realizarse en el ámbito colectivo también. En este sentido, explicaré algunas de mis últimas experienias táctiles que Noé incluyó en su intervención de ayer. Ambas sucedieron con mi amada Elia; única diosa, único barco, único tesoro, única fuerza y única patria. La primera sucedió un día que había quedado con ella, diosa, repito; momentos antes había estado realizando diversos collages, me limpié insuficientemente las manos y me quedó algo de pegamento en ellas. El caso es que cuando cogí de la mano a Elia, diosa máxima, resulta que sentí como el dedo "pegajoso" se adhería a su piel, lo que provocó en mí un estado de imantación hacia ella peculiar. La segunda experiencia ocurrió ayer mismo; estábamos en la biblioteca de la Universidad, estudiando en la misma mesa. Ella estaba escribiendo unos resúmenes a gran velocidad, con esas manos que abrazan los horizontes sin distancia como sólo saben hacerlo las diosas. Yo tenía mis manos apoyadas sobre la mesa. Estaba leyendo unos poemas de Cirlot, que de alguna forma explicaban los diversos niveles de deidad que adquiría su amada Bronwyn. Como Elia escribía rápido, provocaba unos movimientos muy breves y rápidos en la mesa. Comencé a sentir en mis manos esa curiosa vibración. Permanecí más de 20 minutos así, disfrutando de esa vibración en mis manos. Sobra decir, que el enamoramiento que profeso hacia la diosa Elia incrementó considerablemente el sentimiento de placer "volcánico" que aquella palpitación generaba en mi persona.
He dicho.
2 comentarios:
Qué bonito ... pues sí, es verdad que tenemos un poco dejado de la mano de Diós el tema del tacto ... y la cantidad de gusto que puede dar. No explicaré aquí mis más intimidades táctiles ... pero y esa Audrey Tatou en Amélie. Esa Amélie que disfruta cuando introducía su mano dentro del saco de lentejas ... ese enorme gusto que les producía.
Pues sí, el tacto es algo maravilloso. Además, es lo más difícil de ser recuperado por el poder. Digamos que es un terreno aún "libre", no monopolizado. Admiró como tú películas como "Amélie" (Por cierto ¿has visto Donnie Darko?) Pero prefiero llevar esas experiencias surreales a la práctica en mi vida diaria y no limitarme a disfrutar de ellas mediante algo tan distante como una película. De alguna forma, ese proyecto de vida surrealista que estoy construyendo día a día, me lleva a vivir mis propias experiencias y no a disfrutar de simulacros o parodias de experiencias que proceden de algo tan "espectacular" y recuperado como una película.
Gracias por aproximarte a mi blog y enhorabuena por el tuyo.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio